martes, 13 de agosto de 2013

Pietro Bembo y Lucrecia Borgia (Introducción a "Los Asolanos" Capítulo IV)

Pinturicchi. Lucrecia como Santa Catalina de Alejandría en un fresco en los Apartamentos Borgia, en el Vaticano.

Bembo entrega a Lucrecia Borgia  su libro “Los Asolanos” con una carta, donde le habla con total confianza explicándole cual es su estado de ánimo, los sinsabores que le ha dado la vida y el modo cómo los va superando. Es decir que para nada es la típica carta protocolaria escrita a un benefactor, como era tan habitual hacer en esta época, sino que en ella, como un amigo, retoma una conversación que ambos dejaron pendiente en Ferrara un año atrás. Seguramente en la casa de los Strozzi. Copio aquí un extracto largo, no sólo porque es un estupendo documento, sino porque en realidad constituye una excelente introducción al libro de Bembo. Sin duda la obra capital del movimiento petrarquista, como tendremos ocasión de comprobar al tratar específicamente de su contenido. Dice así está carta de Bembo a Lucrecia:

Si no he enviado antes a V.M. estos diálogos que el año pasado en Ferrara le prometí mandarle en cuanto hubiera llegado aquí, me disculpe ante usted la muerte de mi querido hermano Carlo que yo, en contra de mis esperanzas, encontré que había fallecido (…) Puesto que no se puede hacer nada y que dentro de mí, por el transcurrir de este tiempo, vulgar y común medicina, más bien que por otro remedio, el dolor y las lágrimas han cedido parcialmente a la razón y a la plena consciencia de la promesa que le hice a V.M., y acordándome de mi deuda, tal como están se los mando, y lo hago aún más a gusto en este momento en el que acabo de saber que V.M. ha casado a la gentil Nicola, creyendo que sea un regalo apropiado para esta etapa de su vida, a fin de que, dado que yo ahora no puedo participar de vuestras fiestas por mis ocupaciones, ellos hablen y discutan en mi lugar con V.M., con su querida y preciosa señora Angela Borgiay con la novia, tal vez en presencia de los por mi muy amados y por el mundo honrados, y de V.M. amigos y familiares, Micer Ercole Strozza y Micer Antonio Tebaldeo y sucederá que aquello que otros jóvenes han razonado con otras mujeres entre las diversiones de otras bodas, vosotros, en las vuestras, y con vuestras doncellas y cortesanos, leeréis escrito por mí, que vuestro soy. Lo cual quizás haréis vos a gusto siendo una que es más deseosa de adornar el ánimo con bellas virtudes que de adornar el cuerpo con vestimentas, y como tal, todo el tiempo que podéis lo aprovecháis leyendo o escribiendo alguna cosa, y esto lo hacéis quizás para que en tanto que con las bellezas corporales las de las otras mujeres superáis, con las del ánimo superéis las vuestras mismas, y seáis más vos misma amando con mayor placer nuestra interioridad de lo que no plazcáis a todos los demás por fuera, aunque este placer sea infinito. Y yo me consideraré haber recibido una recompensa muy grande por esta obra juvenil pensando que por la calidad de las cosas razonadas en estos diálogos pueda suceder que de este nuestro mismo deseo, tan alto y tan digno de alabanza, leyéndolo, os volváis aún más hermosa . A cuya gracia y merced, inclinándome, me encomiendo.
En Venecia, a 1 de agosto de 1504.

Lucrecia acababa de casar a una de sus doncellas, pues era parte de su responsabilidad ocuparse de la educación de las jóvenes de su corte, en especial de las de sus doncellas a las que  procuraba un matrimonio con algún caballero que las mereciera y cumpliera seriamente con ellas. Por eso el escenario de Los Asolanos no le podía ser más conocido, ya que las conversaciones que en dicho libro se desarrollan se producen, justamente, en el entorno de la celebración de la boda de una de las doncellas de la reina de la Villa de Asol, en Cipro.

Sin duda un escenario muy bien escogido por Bembo, al tratarse de una  isla que después de 1489 en que la República de Venecia se hace con su gobierno, su reina, viuda, sigue conservando de forma independiente su corte de régimen monárquico dentro de dicha república. Es decir que en la Corte de Asol se mantuvo un régimen político basado en los principios defendidos por Dante en De la Monarquía, que son los que defendieron los humanistas como modo de organización social.

La idea, consiste en crear al príncipe, es decir, educarlo desde niño por los mayores filósofos a fin de convertirlo en el mejor y más justo de los ciudadanos, capaz de ser guía y modelo de su pueblo. Pues bien, en Asol, en el momento de la incursión de Bembo, quien se erige en cronista de su propio relato, es esta reina quien gobierna, y a la que en todo momento debemos identificar simbólicamente con la reina de Chipre, es decir con la diosa  Afrodita, celebrando la boda de una de sus doncellas, razón por la que se encuentran una serie de invitados en la villa de Asol.

Efectivamente allí se reúnen los más selectos personajes del momento, y los embajadores de las distintas Cortes italianas. El relato de Bembo se basa en lo acontecido durante tres jornadas distintas en las que se cantó y filosofó sobre Amor.  Pero eso queda para la cuarta entrega.


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