sábado, 19 de septiembre de 2015

La Tota Pulchra

"Tota Pulchra" es el título que se da a la Inmaculada y que significa "Toda hermosura".

Y así, con con el nombre de "Escalera de la Tota Pulchra" se conoce la pintura mural que podemos admirar en el Santuario de la Virgen de las Huertas de Lorca, en España, la cual cubre la cúpula y escalera del Santuario.

Dicha pintura está representando a la Jerusalén Celeste, la que vemos murada con doce puertas custodiadas por otros tantos ángeles figurados bajo el arco de las mismas. Son tres puertas en cada punto cardinal y una multitud de edificios que se observan tras las murallas. La pintura se adapta a la descripción que hace Juan en el libro del Apocalipsis: 

" Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo".

En el centro de la cúpula aparece un cordero rodeado por un círculo del que irradian haces de luz y en el que se lee: Et civitas non eget sole neque luna... Que significa: "Y la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna para que resplandezcan sobre ella, porque la claridad de Dios la ilumina".

En el cielo se contempla, entre la ciudad y el anillo donde se halla el cordero, la figura de la Inmaculada, en torno a la cual gira el ciclo pictórico.


Como se aprecia en las fotos el fresco dedicado a la Tota Pulchra es una hermosura, propia del Nombre que simboliza. Data del Siglo XVIII y sorprende por la intensidad y la plenitud de estas pinturas, pues no dejan ni un solo centímetro de su superficie sin decorar imitando su autor Antonio José Rebolloso, un pintor lorquiano, las pinturas de Andrea Mantegna en la "Camara de los Esposos", fresco del palacio ducal de Mantua. 

Pero la historia de este Santuario comienza mucho antes, justamente el 23 de Noviembre de 1244 cuando el Príncipe Alfonso, que llegaría a ser el rey Alfonso X el Sabio, conquista Lorca a los árabes. Allí, en un lugar elevado, mandó construir una fortaleza defensiva sobre lo que había construido ya, y con el tiempo se convirtió en un Santuario que albergaría la talla de la Inmaculada que él mismo portó como estandarte en la batalla.
Esto nos recuerda un episodio ocurrido durante la reconquista de Córdoba llevada a cabo por su padre, Fernando III el Santo. Él también levantó en la sierra un Santuario a la Virgen de Linares  sobre una atalaya árabe que aún se ve.

Y para seguir el tema os remito a la siguiente entrada publicada recientemente en uno de nuestros "blogs hermanos": La Invencible Generala.





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