domingo, 18 de septiembre de 2016

ACERCA DE LA EBRIEDAD QUE VIENE DE DIONISO

Baco. Leonardo da Vinci

Andros es una isla consagrada a Dioniso, un dios que representa la Fuerza de la Naturaleza, del vino y del éxtasis que este procura, pues a decir de Hesíodo, "es el vino un fermento que la gracia del cielo dona a los hombres". Sin embargo este vino, y la embriaguez que procura Dioniso, tienen otras connotaciones que van mucho más allá de la simple borrachera. Recordemos que Sócrates, maestro de nuestra Tradición filosófica, vencía a todos en la bebida, pero nunca se emborrachaba.

La ebriedad que viene de Dioniso es la de ese Amor al Conocimiento, una energía cuyos efectos han sido desde siempre comparados con la sensación de alegría y entusiasmo que siente el corazón enamorado cuando está junto a su amor. 

Ese estado también tiene que ver con la memoria de lo que es, ha sido y será, pues sus efectos son capaces de abrirnos la mente y hacernos ver que muchos de nuestros pesares son pasajeros. Y que la alegría es el mejor antídoto contra la tristeza.
Hypnerotomachia Poliphili

Los verdaderos ritos dionisíacos se encuentran especialmente recogidos en un libro enigmático donde los haya, titulado Hypnerotomachia Poliphili, el cual está basado, precisamente, en los Hieroglyphica de Horapolo.

Por cierto, Hypnerotomachia Poliphili fue un libro secreto que gracias a estar escrito en una «lengua cifrada», no interpretable a primera vista, no pereció en la hoguera de la Inquisición italiana que en esa época perseguía ferozmente a los hermetistas y sus ritos literarios. Recuerdo haber oído hablar por primera vez de esta obra a Federico [González Frías]. Fue durante una conferencia en la sede del Centro de Estudios de Simbología de Zaragoza (España),  la cual ofreció justamente para presentar su libro sobre Las Utopías Renacentistas(1). 
Hypnerotomachia Poliphili
Allí, aunque aludió a varias de las utopías que había estudiado en dicha obra, se centró bastante en hablar de Hypnerotomachia Poliphili, un relato que describió como “un sueño de amor, donde el enamorado, llamado Polifilo, emprende un camino en pos de la ninfa Polia, su amada”. Esta, a su vez, es la que le va guiando a base de ofrecerle jeroglíficos y enigmas que él tiene que descifrar. "Esta Polia, dijo Federico, es para Francesco Colonna, su autor, lo que Beatriz es a Dante, es decir la Sabiduría Universal, a la que Polifilo ama tan profundamente que es capaz de seguirla con exclusión de cualquier otra cosa y dejarse guiar por ella abandonándose a su puro amor al punto de entender que la única gratificación que ansía es poseerla, ser uno con ella".


Hypnerotomachia Poliphili es una obra muy misteriosa que trata sobre los secretos de Amor, por lo que está escrita en clave. Consta de 38 capítulos y 171 grabados o xilografías en las que se representan cultos y festividades. Está pues repleta de enigmas tanto esotéricos, filosóficos como políticos, que van siendo intercalados en todo el libro. 


Se dijo durante mucho tiempo, que Hypnerotomachia Poliphili era un libro anónimo, sin embargo podemos señalar que existe un acróstico donde se encuentra escrito, y a la vez oculto, el nombre de su misterioso autor: Francesco Colonna. Este nombre no aparece escrito de forma normal sino que se obtiene de juntar las letras iniciales, o letras capitales, con las que comienza cada capítulo, y así se lee: Poliam frater Franciscus Columna peramavit, que debería traducirse como: «El hermano Francesco Colonna ama apasionadamente a Polia». Este sistema de enmascarar mensajes dentro de otro texto, de imágenes o de objetos, es una de las artes que practicaron los hermetistas, con la finalidad de ocultar a los profanos lo que sólo los iniciados sabían interpretar. (Fragmento del libro: Viaje Mágico-Hermético a Andros. Una aventura Intelectual Mª Ángeles Díaz Editorial. Symbolos.

Hypnerotomachia Poliphili

Nota: (1) Unos días antes lo había presentado en la sede del CES de Barcelona, ambos Centros de Estudios fundados por él. En dicho libro nuestro autor le dedica a este tema el capítulo VIII, titulado: «Las Utopías del Sueño. Hypnerotomachia Poliphili». Este que sigue es el documento de esa primera presentación de Federico, dinde aparece también hablandi, José Manuel Río que fue su colaborador en este libro.


jueves, 15 de septiembre de 2016

Zen en el Arte del Tiro con Arco



"Cuando la cuerda está estirada hasta donde le permite el arco, éste encierra el Universo." 




El tiro con arco o arquería es otra disciplina en la instrucción del Zen. Por medio de esta práctica los alumnos consiguen ser unos expertos en disparar al blanco, pero lo que realmente pretenden los maestros no es hacer de sus alumnos expertos tiradores, sino que lo que en realidad persigue la concentración que exige esta actividad es despertar la intuición natural del aprendiz arquero, de modo que una vez éste ha logrado un buen conocimiento de la herramienta (el arco) y arte en el tiro, el disparo se produzca de modo intuitivo, sin apuntar o concentrarse en el blanco, que nada importa a la naturaleza de las enseñanzas Zen. "Comprometed toda vuestra vida en el tiro de una sola flecha" dicen los maestros arqueros, y es que en esa acción, arquetipo de la acción original, se descubre todo el Zen.

El arco, construido en madera de bambú llega a medir unos dos metros de longitud, por lo cual es fácil imaginar la enorme dificultad que entraña su manejo, y por consiguiente se ve que no ha sido diseñado para competir deportivamente, por ejemplo, sino que su diseño está adecuado para servir de apoyo a las enseñanzas del Zen. 


La primera fase del aprendizaje consiste únicamente en hacerse con el manejo del arco y la cuerda. Es ésta una tarea tan dificultosa y que exige tanto tiempo de entrenamiento que el practicante acaba por olvidarse de la flecha y el disparo. Su interés se halla centrado exclusivamente en conseguir la tensión correcta de la cuerda, para lo cual necesita acoplarse íntegramente al arco, con firmeza pero con ductilidad, evitando que todo su cuerpo se tense al mismo tiempo, pues el tiro sólo será correcto cuando consiga liberar su cuerpo (y su mente) de tal tensión, y concentre toda su fuerza en la mano. 

Esto podría inducir a la idea de que el arte de la arquería está reservado a personas de físico fuerte, pero esto no es así ya que tanto hombres como mujeres se ejercitan en él. Ahora bien, sí que son necesarias la paciencia, el tesón y la fuerza de voluntad para no abandonar antes de obtener resultados.  En esta primera fase de instrucción el maestro del Zen no ejerce ninguna presión o influencia en el discípulo, y su papel consiste en indicarle las reglas básicas de posición y respiración, que deben adoptarse en el ejercicio. 

Como todo guía espiritual o intelectual verdadero, el maestro pertenece al linaje de los hombres auténticos y éstos no están interesados más que en lo original y genuino de los seres, donde radica la verdad y libertad de todos ellos. Indicando a quienes muestran interés, el camino que sirvió a su propia liberación. El maestro es un ejemplo a seguir (no a imitar) y su método tiene la fuerza de su propia experiencia, requisito imprescindible en toda transmisión real de iniciación al conocimiento.


El propio aprendiz arquero tendrá que desarrollar una autodisciplina para llegar a conocer sus fuerzas y debilidades, a medida que se descubren las propias energías, se advierte el modo de integrar el cuerpo y la mente en el espíritu del tiro. Sólo de este modo se puede llegar a entender el espíritu que vehícula el arte del tiro con arco. El ardid, por parte del discípulo, queda excluido completamente y los maestros, cuando comprueban cualquier tipo de engaño para llegar a dominar el tiro de forma artificial, sencillamente le quitan el arco al aprendiz y le dan la espalda negándose a seguir instruyéndole. 

Una vez superada la fase con el arco y la cuerda es el momento adecuado para tomar la flecha y prepararse para el disparo



La finalidad del ejercicio es el conocimiento que uno mismo ha logrado adquirir de sí mismo, llave con la que se abren otros espacios de la realidad; y sólo cuando se posee ese conocimiento se está en condiciones de lanzar la flecha. Esta debe sujetarse hasta el momento idóneo para el tiro una vez que el arco obtiene la curvatura precisa, la cuerda la tensión necesaria y la mano se halle en el justo medio. En ese momento de preciso equilibrio entre el arco y el tirador se produce la liberación de la flecha, quedando en ese mismo acto de comprensión simultánea liberado el espíritu del arquero. 



La propia figura del tirador, envuelto completamente en el círculo que forma el arco extendido, sitúa al corazón del arquero en el centro mismo del círculo, siendo de ese modo como puede verse que este centro desde el que se proyecta la flecha es, a la vez que punto de partida, verdadero blanco de la flecha, al que ésta retorna una vez trascendidos o superados los límites individuales. "Cuando la cuerda está estirada hasta donde le permite el arco, éste encierra el Universo." 



El arquero inspira intensamente a la vez que estira la cuerda, hasta quedar lleno de aire, conteniendo la respiración al tiempo que retiene la flecha en un estado máxima tensión o equilibrio. Cuando su intuición inteligente, concretizada en su habilidad en reconocer la sincronía perfecta del momento, le indica soltar la flecha, ésta parte con su hálito que se mezcla con el mundo, en una acción única, y que por cierto, no tiene intención ni interés alguno por los resultados.


Sólo entonces los maestros presentan el blanco a sus alumnos, situado ahora a unos 60 metros de distancia. Los aciertos son certeros en la mayoría de los disparos, pero ningún iniciado o maestro del arte de la arquería les presta ninguna atención. Cuando aciertan en el blanco (cosa que hacen incluso con los ojos tapados) no se conceden ningún mérito, y tampoco cuando fallan se inmutan, puesto que no hay intención en los disparos. Así el espíritu del Zen siempre decide; lo que importa es estar en sintonía con él de modo que pueda manifestarse en todos y cada uno de los hombres que aman el "Arte sin artificio" por encima de todo.


¿Dónde o cuándo se inició verdaderamente el disparo?: "La infinita profundidad es la fuente donde se origina todo lo que hay en el Universo", dice Lao-Tse. Caer en la cuenta de esta verdad trascendente supone desinteresarse por cualquier resultado, pero también supone prescindir del arco, o de cualquier ejercicio externo programado. La experiencia cognoscitiva queda impresa en el corazón del artista, que todo hombre es, y toda obra que realiza, a partir de entonces, es una obra con arte. M.A.D. (Ver todos los capítulos)



Publicado en Revista SYMBOLOS 
Arte - Cultura - Gnosis
 

martes, 6 de septiembre de 2016

La Única Enseñanza es Aprender




Es en la pura contemplación, vacío de formas y de conceptos adquiridos, como el hombre consigue penetrar el núcleo de las cosas.
Es vaciando su espacio mental, su estructura psicológica o su adulterada personalidad, plagada de egos o poses, como el hombre obtiene su experiencia de satori o iluminación, restaurándose en él su ingenuidad primigenia, la del no saber, o de la "docta ignorancia".
 Ahí se produce la iniciación y empieza el aprendizaje, es decir, el arte de vivir la iniciación, pues la "única enseñanza es aprender" como dice Federico González Frías.
 -"¿Qué es el Zen? -preguntó un discípulo a su maestro Seug Sahn.
-¿Qué eres tú? -respondió éste
 (Silencio)
-¿Comprendes?
 -No sé
-Esa mente que no sabe eres tú. El Zen es comprenderte a ti mismo".
Significa que las cosas deben ser observadas como verdaderamente ellas son: tremendamente simples o naturales y sorprendentemente misteriosas o sagradas. Sin que entre ellas y nosotros interfieran los juicios que sobre ellas tengamos pre-fijados, (prejuicios) pues son puntos de vista siempre relativos. Implica, por consiguiente añadirse a ellas, o más bien contemplar que uno ya está añadido.
Si algo nos separa de esa perspectiva de unidad, es decir de la Realidad, es nuestra mente, esa que nos hace creer que somos su producto, que quiere comprender por ella misma, que se siente capaz de razonarlo todo partiendo de unos condicionamientos impuestos por las múltiples anécdotas personales, privando al hombre verdadero de reconocer su auténtica naturaleza esencial. Esa mente prepotente (individualista) que hace al hombre esclavo de su ignorancia es la que hay que regenerar, es decir, vaciar, para estar en condiciones de comprender el Zen o el Ser.  Mª Ángeles Díaz. Notas Sobre el (Fragmento).


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martes, 9 de agosto de 2016

La Prueba del Laberinto

Pavimento con el laberinto de la catedral gótica de Amiens (Francia).

Los suelos de la catedral de Amiens poseen una geométrica extraordinaria trabajada a base de incrustaciones de piezas marmóreas blancas y negras formando en medio de la nave un laberinto octogonal; todo lo cual data del 1288. Ese laberinto es un camino zigzagueante que en periodos de la Edad Media era recorrido por los peregrinos hasta su centro, espacio conocido como "el cielo". 

Efectivamente, los viajes realizados en los laberintos de los templos, eran recorridos de forma ritual por enfermos y todos aquellos que, por alguna razón, no podían hacer el camino a un lugar santo, es decir a un centro espiritual (tal como el Camino de Santiago) por lo que sustituían dicho viaje por un peregrinaje simbólico, dentro del propio templo o en su claustro. A este viaje simbólico aluden los capiteles de muchos claustros.

Como es sabido el laberinto representa la separación que existe entre el mundo profano y la perspectiva sagrada, dos visiones separadas simbólicamente por la puerta del templo, a un lado de la cual, la parte externa, se halla la zona denominada, "pasos perdidos", que son análogos a los pasos que sin una dirección clara, se recorren en la vida, en la que a veces estamos cerca de la luz y otras en total obscuridad.

Desde el punto de vista de la iniciación, el laberinto siempre tuvo una doble razón de ser, pues por un lado es el que permite el acceso al centro, pero también el que veta la entrada y extravía el camino de aquel que no está cualificado para recorrerlo, o no ha llegado a ese punto de madurez que exige afrontar una vía plagada de pruebas iniciáticas, denominadas también por eso mismo: viajes. 

Recorrerlo desde uno mismo hasta el centro de la lucha interna, núcleo ardiente en las entrañas de la conciencia, y luego salir de él. El Minotauro, un monstruo mitad hombre mitad animal fruto de una atracción contra natura, estaba custodiada en el palacio de Cnosos, en Creta, por un laberinto que apresaba al que a él penetrara. Sólo Teseo que asume el papel de un héroe civilizador, ayudado del hilo de Ariadna pudo recorrerlo y llegar al centro donde se enfrentó y mató a la bestia acabando así con una concepción del mundo y dando paso (de regreso a su casa, Atenas) a un ciclo nuevo,

Los recorridos laberínticos, como el que vemos en esta Catedral, representan el viaje iniciático y por ende todos los viajes hacia tierra santa, es decir al interior de nuestra propia conciencia. En realidad se trata siempre de reconocer que de lo que se trata es de "partir del laberinto y encontrar el camino de vuelta a nuestra mansión de la que no hemos salido nada más que de modo aparente". M.A.D.

Cita del Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Federico González Frías. Entrada: Bosque-Selva.

El Amor en las Ordenes de Caballería

Como vemos esta carta se corresponde con la figura del Enamorado en los distintos Tarocchi, aunque aquí  la lámina muestra a una Dama entre un Rey y un Caballero que es a quien Eros dispara su flecha.

Para los que vivieron dentro de la utopía del Renacimiento inmersos en la simbólica de las Ordenes de Caballería era claro que alcanzar el grado de Caballero requería un proceso en el que, por encima de todo, se valoraba la voluntad que se ponía en lograrse con ese título. 

De ahí que se observara que mientras para llegar a ser Rey sólo se requería estar en la línea de sucesión, alcanzar el grado de Caballero necesitaba de un fuego, un proceso alquímico,  o sea  iniciático que tiene todo que ver con la voluntad y con "el querer", o sea con "el amar".

Y esto nos lleva a recordar una opinión antigua según la cual Hermes tiene su origen en la palabra "querer", o lo que vendría a ser lo mismo, en la voluntad,  de la que Federico González Frías dice en su diccionario: 
La voluntad es una necesidad del ser humano y que gracias a la Providencia labra su destino. 


lunes, 8 de agosto de 2016

Federico González Frías: "Hoy la moda es el revival"

MODA
"El fenómeno de la moda que se impone
de manera general y en distintas partes del
mundo, debe ser estudiado –especialmente
por el historiador– con toda seriedad
pues va más allá de la ropa, el maquillaje,
los tatuajes y los cortes de pelo, con los
que habitualmente se lo suele relacionar.
En efecto, no sólo toca al gusto, que
cambia sin cesar, sino a las ideologías, las
creencias, es decir, la actualidad de nuestro
planeta y sus alternativas, ya que esta forma
cíclica se encuentra vinculada, como se ve,
con la propia vida individual, si observamos
cómo las enfermedades crónicas también
se hallan condicionadas por períodos
que la vida determina, así como la forma
de curarlas y sus medicamentos. Obedece
al cambio como lo único real, y a la necesidad
de fijarlo para hacerlo inmóvil y por
lo tanto creer en él, aferrándose con desesperación
y cargándolo de atributos, sin ni
siquiera comprender que también está sujeto
al devenir, como cualquier otra cosa.

Hoy en día existe una forma de mutación
–sobre todo en la moda femenina y el decorado
que prestan los estilos mobiliarios–
llamada revival, donde se repite entre exclamaciones
lo que se usaba hasta hace pocos
años y habíamos tirado a la basura. Y se usan
las cosas que estuvieron ya de moda; en los
veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, etc., y
me dicen que está de moda lo actual, que es
inexistente, ya que hoy la moda es el revival.
La serpiente se ha mordido la cola. Y
desconcertado me digo: ¿Qué pasará?"

Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos



viernes, 29 de julio de 2016

Acerca del Firmamento

Cielo azul. Oleo de Wassily Kandinski


FIRMAMENTO
"Domo que corona el plano de la tierra
por donde circulan los astros con el fondo
aparentemente inmóvil de las estrellas. Lo
que se ve desde el campo, el terrado, o el
patio.

Se suele creer que el cielo, azul y luminoso
del día y por donde transitan los
astros de noche, es el verdadero cielo (el
metafísico) pues aquello a donde más lejos
puede llegar el sentido de la vista (físico)
es considerado lo más alto; de allí en
más las grandes confusiones. 

Tradicionalmente
la tierra y el agua son llamadas las
aguas inferiores y el espacio del firmamento
se denomina aguas superiores, y se las
vincula con el elemento aire. Al respecto
Thierry de Chartres nos aclara que:

Pues esto que dicen algunos ignorantes
de que ‘ven’ el cielo cuando el aire es
puro, cuando se figuran que perciben
algo azul, aquello es completamente falso.
Pues cuando la vista se equivoca, entonces
el error de los sentidos produce
la imaginación de ver lo que no se ve,
como a algunos les parece ver tinieblas
al cerrar los ojos. Pues aunque la vista se
origina por la luz de los ojos, sin embargo
de nada sirve si no se refleja debido a
un obstáculo de cierto espesor. 

(Thierry de Chartres, Tratado de la Obra de los Seis
Días, 11, 2, trad. Mª Pilar García Ruiz)".

Texto de: Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.




lunes, 25 de julio de 2016

Conclusiones de Pico de la Mirandola respecto a la primitiva doctrina del egipcio Hermes Trismesgisto


Pico de la Mirandola escribió una serie de conclusiones filosóficas sobre la Cábala y el Hermetismo, buscando la concordia entre la totalidad de las ciencias y artes y queriendo zanjar la disputa abierta entre quienes querían oponer a Aristóteles y Platón, cuando es evidente que el primero sigue en todo a su maestro, Platón, de quien fue su alumno.

Dichas conclusiones han estado en la base del pensamiento occidental durante el primer Renacimiento y han continuado siendo defendidas por los hermetistas de todas las épocas.

No sólo éstas que publicamos aquí y que resumen la doctrina del Trismegisto, sino la totalidad de su alegato que sin embargo no contó con la aprobación ni de la Sorbona ni del Vaticano, al considerarlas herejes, razón que le llevó a volver a resumirlas en su Discurso sobre la dignidad del hombre.


1. Dondequiera que hay vida hay alma y dondequiera que hay alma hay mente.

2. Todo movimiento es corporal, todo móvil es incorpóreo.

3. El alma está en el cuerpo, la mente en el alma, en la mente el verbo y de todo es padre Dios.

4. Dios está en todas las cosas y actúa por todas ellas, la mente está en el alma, el alma en el aire y el aire en la materia.

5. Nada hay en el mundo que carezca de vida.

6. Nada hay en el universo posible de muerte o de corrupción. Consecuencia: en todas partes hay vida, en todas partes hay providencia, en todas partes hay inmortalidad.

7. Dios anuncia al hombre las cosas futuras por seis vías: por los sueños, los portentos, las aves, los intestinos, los espíritus y la Sibila.

8. Es verdadero lo que no está perturbado, determinado, coloreado, figurado ni roto y es desnudo, perspicuo, comprensible por sí mismo, intrasmutable, bueno y completamente incorpóreo.

9. Dentro de cada uno de nosotros hay diez enemigos: la ignorancia, la tristeza, la inconstancia, el deseo, la injusticia, la lujuria, la decepción, la envidia, el fraude, la ira, la temeridad y la malicia.

10. Los diez enemigos que he nombrado según la conclusión precedente de Hermes se corresponden mal con la coordinación denaria de la Cábala y sus prefectos, como llegará a ver el profundo contemplador, acerca de los cuales nada puse en las conclusiones cabalísticas, porque es secreto.
*

viernes, 22 de julio de 2016

La mujer dentro de la Filosofía Hermética. Curso en Málaga





Abstract del curso que dimos hace unos días en Málaga

La Tradición Hermética, es decir el esoterismo Occidental, tiene un largo pasado situándose sus orígenes en Egipto y la antigua Grecia. Se trata de un pensamiento transmitido por la deidad intermediaria Thot, idéntica en su labor civilizadora a Hermes-Mercurio, el dios amigo de los hombres, el mensajero heraldo de los dioses y vehiculador de una Enseñanza que tiene a las artes y las ciencias cosmogónicas como coadyuvantes.

Esto tiene que ver con la Alquimia y con la Teúrgia, o sea con la idea de la transmutación y universalización del alma humana, a la que se toma como un athanor donde cada quien puede gestar al “niño de oro” que lleva dentro, lo que se produce a través del fuego y sus distintas graduaciones, es decir de la intensidad del amor que cada cual tenga por alcanzar ese Conocimiento, y aplicarlo en la realidad de su vida.

La transmisión de estas ideas-fuerza, de esta Enseñanza Cosmogónica, ha pasado por periodos distintos, adoptando formas diferentes de expresarse, y esto ha sido así gracias a una larga cadena de iniciados que han contribuido a través de sus obras y sus vidas, a difundirla y recrearla, adaptándola a los tiempos, siempre que fuese necesario devolverle todo su sentido.    

Para el Hermetismo, Platón es uno de los sabios que recoge toda esa Filosofía arcana, la sintetiza y la transmite para nuestro actual ciclo humano. Enseñanza que él heredera de los presocráticos, de Pitágoras y de los Misterios Órficos.

Todo lo cual fue perfectamente comprendido durante el Renacimiento por Marsilio Ficino y asimilado por los miembros de la Academia de Florencia, en cuyo entorno femenino se pondrá el énfasis en este Seminario dedicado a “Lo Femenino”, siguiéndole los pasos a algunas mujeres filósofas, literatas, científicas, artistas, etc., que han formado parte de esta cadena áurea de pensamiento, las que habiendo sido receptivas a ese Saber inmemorial lo han buscado justamente a través de unos arquetipos y unos modelos concretos tomados del aspecto femenino del Cosmos.

Y aquí debemos referirnos a Isis, a Deméter, diosa de los antiguos misterios de Eleusis, a Afrodita, diosa de los misterios de Amor, a las Sibilas y Pitonisas y por supuesto a las Musas, diosas de la Memoria, engendradas por Zeus y Mnemosine sólo y con el único propósito de seducir al hombre, alegrarle los días de su vida y llevarlo, a través de sus artes, al conocimiento de sí mismo, al estado paradisíaco. Pero esto no es una simple ensoñación poética, pues para la Tradición Hermética las Musas son diosas operativas que ejecutan su labor a través de la voluntad de aquél que desea aplicarse a las artes que ellas simbolizan.


Por eso es preciso referirse a Safo en primer término, a la que tomamos como piedra angular de nuestro discurso, ya que fue ella quien en el siglo VII a. C. mantuvo en Mitilene una escuela que en cierto modo será el modelo donde se inspirará la Academia Platónica de Atenas y todas las que se crearían con el paso del tiempo. La escuela de Safo estaba relacionada exclusivamente con la iniciación femenina, la cual tenía en Afrodita y en las Musas sus métodos de enseñanza, que siguen siendo efectivos para los hombres y mujeres de hoy en día, ya que en definitiva de lo que se trata es de operar la transformación del alma humana. 

sábado, 9 de julio de 2016

La Beatriz de Dante

Henry Holiday, Dante y Beatriz, 1883.

"De hecho, Pitágoras y Platón son los padres de la Filosofía, a la que dotaron de las ideas esenciales que están en el origen de nuestra cultura, y sin las cuales ésta no existiría. Esa Filosofía es la misma que en palabras de Boccaccio "nutre a Dante", y que éste concibe como una de las Damas de su universo poético, la "donna gentile", aquella que le abre junto con Beatriz las puertas del Paraíso y de los estados superiores:

digo y afirmo que la mujer de la que me enamoré después de mi primer amor fue la muy bella y honesta hija del Rey del Universo, a la cual Pitágoras puso por nombre Filosofía (Convivio, II, XV-12).
No es necesario recordar que Filosofía quiere decir precisamente "amor a la Sabiduría", Sabiduría que para el gran gibelino está encarnada en Beatriz.
En el Convivio (III, 14-2) Dante habla de este "amor a la Sabiduría" en los siguientes términos:

la Filosofía en este mundo tiene por sujeto material la sabiduría y por forma el amor, resultando de la unión de ambas el ejercicio especulativo. Así que en la estrofa que viene ahora, que empieza con "La divina virtud se infunde en ella", mi pretensión es ensalzar el amor en tanto que es parte de la Filosofía.
Puesto que forma parte de su identidad, Dante apela directamente al amor por lo más alto, es decir a su sentido metafísico, como una energía que encauza la voluntad del hombre de conocerse a sí mismo. Precisamente ese cordón umbilical sutil que une a Dante con la Tradición pitagórico-platónica, y por tanto con los Antiguos Misterios, lo podemos comprobar varias veces a lo largo de su obra. Un ejemplo muy claro lo encontramos en La Divina Comedia, cuando en el canto I del Paraíso el poeta comienza su ascensión por las esferas celestes. Antes de emprender esa ascensión exclama Dante:

En mi último trabajo yo te pido / de tu valor, oh Apolo, ser tal vaso / que me halles digno del laurel querido. / Bastó hasta aquí una cumbre del Parnaso, / mas ambas necesito cuando intento / a la última palestra abrirme paso. / Penetra en mi corazón, espira en él tu acento / como cuando arrancaste la piel de Marsias / de su vaina y aposento". 

Francisco Ariza. LA TRADICION HERMETICA Y PLATONICA EN DANTE Y LOS FIELES DE AMOR. Publicado en la Revista SYMBOLOS Arte - Cultura - Gnosis.



jueves, 7 de julio de 2016

LA DESFIGURACION DE LA MUJER COMO SINTOMA DE LA DECADENCIA EN LA SOCIEDAD OCCIDENTAL

Tiziano "La Venus de Urbino", obra que debe ponerse en relación con la novela de Baltasar Castiglione, El Cortesano.

"Parece que la búsqueda de legitimidad de un modo de dominación condenará a toda sociedad a devenir esencialmente masculina. Aplicada en occidente, esta búsqueda en forma intelectual se enunciará en Platón donde el alma en búsqueda de su realización es considerada como femenina. En el Fedro, el tono es esencialmente femenino, y no es una casualidad si Sócrates es el detentador de la mayéutica, el arte de partear. Sin embargo, recuerda que esto es, de hecho, muy diferente a lo que una mujer hace cuando trae sus hijos al mundo (...)
La inmigración masiva, no reflexionada sino únicamente tratada en términos de flujo de material humano por motivos puramente económicos, nos hace tomar conciencia del estatus deteriorado de la mujer en las sociedades que siguen el fundamentalismo islámico. Podemos hablar a propósito de esto de tradición degradada, existe un abismo entre la cultura árabe auténtica del Califato de Bagdad o de Córdoba y las formas esterilizadas del “Islam de las cavernas” que hace estragos en occidente, traído por ignorantes que obedecen a las modalidades más pobres y más esclerotizadas.(...)
La mujer adiestrándose en la dominación masculina no solamente coopera en la pérdida de su autenticidad sino que provoca como consecuencia la destrucción de la identidad masculina que no puede desarrollarse correctamente. Constataremos en este proceso, alentado ideológicamente, un movimiento de disolución extremamente ofensivo. La pérdida de las identidades sexuales lleva a la constitución de artificios que sirven de bases a falsos principios. (...)
La feminidad es una de las claves de la interpretación de la historia occidental (...) Lo que es la mujer en resumidas cuentas, el autor de estas líneas no pretenderá dar de ello una explicación, le bastará con pensar simplemente en la maravilla que una mujer es capaz de producir en el corazón de un hombre y lamentar el desencanto causado por la intimación de un sistema que signa el oscurecimiento del mundo. Pero quizás entonces la feminidad llegue a ser esa estrella que brilla en el firmamento e invita a salir del exilio interior"
Jean-Luc Spinosi: LA DESFIGURACION DE LA MUJER COMO SINTOMA DE LA DECADENCIA EN LA SOCIEDAD OCCIDENTAL
Publicado en el Nº 27-28
de la Revista SYMBOLOS: Arte – Cultura – Gnosis.
La modernidad nos ha hecho perder el apoyo en el suelo donde descansábamos. Ilusoriamente por otra parte, puesto que atravesando las diversas capas que el sistema ha elaborado como un travestismo progresivo volvemos a encontrar siempre la realidad originaria, el "lebenswelt", ese mundo de la vida del que procedemos y dependemos fundamentalmente.
Pero el artificio es usurpador y ambicioso, su fuerza es el poder de sustitución cuyo último efecto es componer un orden numérico en lugar del terreno de donación auténtico.
La extensión tecnológica, como discurso o logos de la técnica, es decisiva; una red recubre lo real y limita los mundos posibles a aquellos que obedecen las leyes de la acumulación, del tratamiento o de la gestión. Este proyecto de dominación resulta de una degradación de la racionalidad en la que después de fases de crispación dogmática se afirma el momento de la disolución, "coagula et solve"; la alquimia de la epopeya técnica exacerbada disuelve los elementos fundamentales de la condición humana: el orden simbólico y la dimensión antropológica.
En estos parajes crepusculares, donde se borran las ideas sidéreas del cielo y se dislocan los vínculos comunitarios, alto y bajo hundiéndose en un último sobresalto del occidente enfermo de sus propias decisiones, tomaremos como testigo a la arquetipología femenina. En efecto, la figura de la mujer en occidente nos parece que ilustra la genealogía de una civilización que brilló con un sol casi universal y se deslizó después poco a poco en el tobogán de la decadencia.
Con el fin de descubrir el substrato de toda manifestación conviene proceder a aplicar las investigaciones del origen. Este se vela a través de una dimensión en la que el mito se ajusta como primera relación de inteligibilidad de lo real. Así, los invariantes nos entregan una arquitectura simbólica de estructuras arquetípicas en el orden del pensamiento, y de inscripciones "carnales" en el plano ontológico.
Ser y pensamiento, se despliegan a partir de lo "Mismo", y la Naturaleza, "nuestra madre aulladora" como la definió Thoreau, da sus formas como sus hijos al mundo en un acto en el cual el engendramiento es el movimiento fundamental. Esto muestra en qué medida el orden simbólico y el orden antropológico son, a partir de un discurso desde el punto de vista no dual, los dos grados de un mismo principio.
Conviene reconocer que la feminidad se descubre a través de una potencia que la arquetipología imaginal (del término de Corbin retomado por Gilbert Durand) asociará al régimen nocturno. Quizás deberíamos meditar en esta tiniebla fundadora, este sin fondo y Abismo del que nacerá un movimiento, un deseo con el fin de poder hacer brotar del acto puro la dialéctica de los mundos.
A pesar de las dificultades de interpretación, donde los defensores de un matriarcado original se enfrentan a aquellos que niegan su tesis como fantasma, podemos observar una constante del culto a la Madre, en tanto que Diosa, en el seno de los contextos paleolíticos y de las culturas muy anteriores a la llegada de las grandes civilizaciones. Quizás sería adelantarse pretender del arquetipo femenino que sea soberano en lo que concierne al Alba de la humanidad, parece que la relación sea más compleja y que los debates no sean más que reflejos de argumentos interesados y no de razonamientos imparciales. Mientras los objetivos de las preguntas indiquen preocupaciones de otro orden que las enunciadas, tendrá lugar una confusión paralizadora, y creeremos obtener bases científicas allí donde no aparecerán más que pretextos ideológicos. La investigación sobre el origen permanece contaminada por la preocupación de una superioridad de uno u otro de los protagonistas. Este mal incluye que el esquema de la comparación de nuevo, no es razón. Allí donde se establece una convergencia de dimensiones irreductibles, tales que magnitudes de órdenes diferentes, el pensamiento lineal busca llevar a cabo un procedimiento de reducción a fin de poder efectuar un cálculo de relaciones. El hecho de constatar que en ciertas auroras culturales la presencia de la Diosa Madre se impone como testimonio de una configuración de lo sagrado no conduce al predominio de un sexo sobre el otro, ello muestra que una cierta dimensión de la feminidad desempeñará un papel en la realización de una relación con el mundo. Esto no puede comprenderse únicamente bajo el aspecto del determinismo social y biológico que vamos sin embargo a abordar, al orden de las razones necesarias responde el de las razones suficientes.
Podemos observar que lo Sagrado obra como una ruptura de espacio de las determinaciones causales y vuelve a llevar a una modalidad vertical en donde lo masculino y lo femenino se aprehenden como activo o pasivo en función de las orientaciones elegidas. Por esta razón la inversión del tantrismo tibetano con respecto a la tradición india muestra un elemento femenino pasivo por un elemento masculino activo, el polo pasivo siendo soberano al indicar la divinidad pura, el Tantra hindú reposa sobre una semejanza totalmente inversa. Esto muestra en qué medida la simbólica no depende de un procedimiento de exclusión en el que bastaría con volver a sacar las nociones dispuestas de una tabla de categorías.
La apertura a lo Sagrado sitúa inmediatamente después del reconocimiento de la indeterminación fundamental del Ser (o del principio) la percepción de una polaridad femenina. Hesíodo indica que después del caos, vienen la Tierra y la Noche cuyas cohortes comprenden a las Moiras que tejen el destino de los hombres. Esta dualidad femenina es importante, el Mito traduce aparentemente la ambivalencia de la Diosa, que volveremos a encontrar en otros modelos míticos, de un aspecto protector y otro enfurecido. Quizás debamos ver aquí, en cuanto al último momento se refiere, la razón de una evolución hacia la dominación masculina, puesto que la Moira depende de leyes no humanas, fuera del control que la razón calculadora puede hacer sobre ello. Si tal es el caso, la genealogía de occidente hallará aquí una de las ilustraciones del ascenso del modelo del dominio sobre las fuerzas declaradas absurdamente como irracionales, en el que la Naturaleza estará en adelante forzada a seguir la Tutela del posesor cartesiano.
La polaridad femenina es dual, insistimos sobre este punto; retomando los trabajos de Gilbert Durand indicaremos brevemente que las estructuras de lo imaginario, como facultad noética fundadora, proceden de los modos diurno y nocturno. El primero corresponde a un aspecto solar, exclusivo, en el que juega el principio de no contradicción, es el territorio de lo masculino. El segundo que nos concierne aquí responde a esta dicotomía de lo nocturno, un modo sintético en el que prevalece el operador del vínculo, la síntesis; el otro, llamado místico, es una instancia del proceso de integración o absorción. Como declaraba Nietzsche: "El mundo es más profundo que lo que el día ha creído" (Zarathustra). Así, una configuración de lo exterior y de lo interior enlaza una constelación arquetípica que vamos a reencontrar en la serie real. Leroi-Gourhan describe, bajo el registro de la antropología social, la repartición inmediata de esta articulación de lo exterior y de lo interior, en la que el modo binario no es estricto. Se efectúa una división primera en la que el hombre asume las funciones cazadoras, guerreras y exploradoras, se cumple la opción de la exterioridad. En contrapartida, por parte de una diferencia fisiológica constitutiva, la mujer funda su identidad sobre lo interior, en el hogar, o sea en el centro de este universo antropológico. Dependiente de los ciclos fundamentales, que corresponden a las menstruaciones, a la gestación, y debiendo responder a la fragilidad consecuente de estos aspectos fisiológicos, la vocación que emerge de estas fluctuaciones confiere en cambio un papel preponderante, el de un reino estricto. La procreación, la primera protección de los hijos y su prolongación esencial a través de la función nutricia hacen que la mujer represente la gran fuerza inmediata de la vida.
Una tensión evidente está en la raíz de la constitución de las sociedades en las que las polaridades van a enfrentarse. Parece que la búsqueda de legitimidad de un modo de dominación condenará a toda sociedad a devenir esencialmente masculina. Aplicada en occidente, esta búsqueda en forma intelectual se enunciará en Platón donde el alma en búsqueda de su realización es considerada como femenina. En el Fedro, el tono es esencialmente femenino, y no es una casualidad si Sócrates es el detentador de la mayéutica, el arte de partear. Sin embargo, recuerda que esto es, de hecho, muy diferente a lo que una mujer hace cuando trae sus hijos al mundo. La ambigüedad persiste en la República ya que, si ninguno de los sexos predomina en la ciudad ideal, Sócrates enuncia no obstante que la mujer tiene sin embargo muchas menos disposiciones. Esto no atestigua menos en ello la presencia radical de la feminidad, la Diosa espera a Parménides en el cruce de caminos, se aparece a Boecio en la Consolación de la Filosofía, y atestiguaremos el soberano reconocimiento cuando el cristianismo realice su visión de lo Sagrado a través del culto mariano, María es la divina Sofía. La ortodoxia así como diversas corrientes monacales, entre las más viriles y ofensivas de las cuales, templarios y Teutónicos, son "convertidas" a su imagen radiante. Constatamos pues una tensión permanente, la filosofía bajo la égida de Atenea será esencialmente obra de pensadores masculinos, la clerecía no aceptará sacerdotes y teólogos más que masculinos. Habría seguramente que ver aquí lo que Maurras refería de la distinción entre país legal y país real. La legalidad depende de un conjunto de decretos, convenciones y decisiones con vocación social y política, la realidad, como diría Kant, resiste. Y cuanto mayor es la represión, mayor es el riesgo de que la resistencia organice reacciones que tendrán como efecto la búsqueda de compensación en detrimento de la armonía. Ciertos períodos han conocido tendencias a la celebración de la feminidad, tal como en la sociedad medieval y especialmente en el Languedoc, la obra era poética y la conocemos bajo el nombre de amor cortés. Esto no deja sin embargo contemplar la modificación real en cuanto al modo de consideración de la mujer, en efecto estas tendencias permanecen marginales, la glorificación de la feminidad es una figura retórica que va a servir al poder establecido. La bella ingenua, tomada a veces como testigo en la filosofía, pensamos en Fontenelle pero sobre todo en Schelling quien en su magnífica obra Clara ha dejado al personaje que lleva este nombre en un casi mutismo en el curso del diálogo, permanece siempre una heroína de segundo rango, Schelling, a quien, con Platón, consideramos como la figura más majestuosa de la filosofía, y cuya doctrina está muy próxima a una perspectiva metafísica no dual, no pedirá sin embargo al final de su vida sino que el manuscrito titulado Clara sea destruido.
De la bella ingenua, pues, a la escuela de mujeres, pasando por el confinamiento de las tareas domésticas, la mujer responde en la sociedad occidental al esquema de la dominación masculina. No nos extenderemos ni sobre el matrimonio burgués, ni sobre la ciudadanía negada en la revolución francesa, ella no hace más que prolongar el ostracismo de las sociedades greco-latinas. La mujer no aparece en el espacio público o político, permanece a la sombra, tal como la hija de la noche de los mitos originales.
De la ambigüedad a la coerción de las formas sociales, tenemos una ilustración indignante de ello en el contacto pseudo cultural entre los pueblos en el seno de la modernidad. La inmigración masiva, no reflexionada sino únicamente tratada en términos de flujo de material humano por motivos puramente económicos, nos hace tomar conciencia del estatus deteriorado de la mujer en las sociedades que siguen el fundamentalismo islámico. Podemos hablar a propósito de esto de tradición degradada, existe un abismo entre la cultura árabe auténtica del Califato de Bagdad o de Córdoba y las formas esterilizadas del "Islam de las cavernas" que hace estragos en occidente, traído por ignorantes que obedecen a las modalidades más pobres y más esclerotizadas. Un Islam sin sabor, limitado a un catálogo de prohibiciones y a una especie de seguro de la otra vida, condena a los más débiles y a los más tolerantes, con esta argolla la mujer sufre una violenta sumisión. Lo que observamos es que toda la comunidad musulmana en occidente es prácticamente la que se adhiere a estos reglamentos de encarcelamiento, y no únicamente los que optan abiertamente por el fundamentalismo. Basta observar la manera en que vive, se viste y se comporta la mujer musulmana, forzada a renunciar a toda valoración de sí misma, para darse cuenta de que no es únicamente el integrismo el que reconoce esto como suyo, sino también aquellos que denunciando el endurecimiento de los imanes ideólogos persuaden a su mujer de que no se maquille o lleve vestidos elegantes, en una palabra de no ser mujer. Todo esto es lamentable y refuerza el estatus de objeto de la mujer. La elegancia no es la provocación, la feminidad necesita la seducción para afirmarse, sugerir el esplendor de la belleza, pero los musulmanes de la coacción disuaden a la mujer de abrirse, y las suyas son como flores marchitadas antes incluso de abrirse.
Tenemos aquí el marco de una reacción en el seno de Occidente, o sea la expresión de un conflicto entre formas no auténticas. Todo endurecimiento es un síntoma, y parece que éste refleja como tantos otros la degradación de una civilización. La absorción del marco tradicional y del orden simbólico por el modelo tecnológico y la razón instrumental nos parece ser la causa esencial de este proceso. La desaparición progresiva de la dimensión antropológica, a través de las fisuras de la identidad de la persona, de la familia, de la nación y de la autoridad espiritual arrastra a cada individuo en un naufragio. La figura de la mujer procede en sus metamorfosis actuales de este proceso que es bastante complejo ya que hay que distinguir entre los datos ideológicos de propaganda y los intereses reales que están trabajando. Haremos constar aquí el efecto que el filósofo del lenguaje Austin llama una contradicción de gran rendimiento ["performativa"]. Se trata del enunciado contrario, en los hechos, de aquello que se dice. Cuando el sistema, entiéndase la configuración en marcha de un modelo de expansión, ha anunciado la liberación, especialmente de la mujer, ha provocado en los hechos la disposición de un nuevo tipo de alienación. "Todo es posible, ya no hay límites", tal es el eslogan del orden instrumental, no se admite ningún límite, pero había que tomar esto en el contexto de las reglas operantes del modelo. Se trata de activar el principio de la tecnología según el cual todo lo que es posible técnicamente debe ser realizado. El paradigma de la dominación más violenta se realiza por la ruptura de la dimensión racional reducida a su aspecto instrumental más estrecho. Herbert Marcuse utiliza el término "operacionalismo" para caracterizar esta perspectiva, así cada signo no remite sino a sí mismo, proceso al que se dice en bucle. El orden numérico que se instaura evacua toda singularidad, en este contexto la figura de la feminidad no puede sino hundirse en el simulacro, lo cual vamos a abordar.
La modernidad democrática en la que se abre la era de las masas dentro de un esquema nivelador y cuantitativo hará que se confirme la basculación del eje vertical del ser. So pretexto de una liberación general, se presentará a la mujer la ocasión de dirigirse al exterior, sin por ello definir previamente las orientaciones precisas que resultarán de esto. Disimulándose como de costumbre tras enunciados proposicionales generales y de contenidos pues indeterminados, la ideología dominante travistiendo sus propias tendencias bajo la cédula del progreso y de la igualdad iba a asegurarse la disposición de una mano de obra a buen precio. La liberación de la mujer era el eslogan ideológico para una puesta en práctica de proletarización de ésta. De hecho, para ser más preciso, la mayoría salida de las clases más desprovistas tenía como horizonte de liberación las cadenas de producción de la industria, las mujeres que pertenecían a la burguesía pudieron ver que se les confiaban tareas menos ingratas, especialmente en el sector terciario y de salud. El atestado sociológico muy a menudo descriptivo es insuficiente. La voluntad de nivelación ha llevado toda forma de discernimiento hacia las mazmorras de la reducción numérica. Lo que tratamos de demostrar es que para el pensamiento lineal, todo es puesto en un registro de equivalencia estricta a fin de promover un modelo de dominio en el que desaparecen las singularidades con el fin de hacer de la humanidad un material a explotar. La mujer se ve asignada una igualdad que no significa otra cosa sino la negativa de su consideración en tanto que condición femenina a fin de que triunfe la instrumentalización técnico-económica. Así la dominación, que se esfuerza en su campo de extensión, moviliza a la mujer en un papel que contribuye a la desnaturalización general. Si retomamos los argumentos enunciados al comienzo de este estudio, constatamos que no hay sino dominación masculina.
El movimiento de liberación opera como un juego de acceso y de retirada. Las funciones atribuidas tradicionalmente a la mujer sufrieron una metamorfosis que no corresponde, de hecho, sino a la destrucción del marco tradicional que no podía más que jugar el papel de freno a la extensión dramática del registro instrumental. A esto siguió una serie de desastres, tal como la disolución progresiva de buen número de estructuras antropológicas de base, de las cuales la más importante permanece la familia. La caricatura que se sustituye aquí, llamada con eufemismo "familia monoparental" (como si un término con vocación plural pudiera aplicarse a una unidad) no es más que el síntoma retrasado de una degradación inscrita como orientación del paradigma tecnológico. Este paradigma mantiene la confusión de una ideología liberadora y de una práctica carcelaria. A este nivel podemos revelar aquí una incoherencia lógica fundamental: tanto como la carencia de sentido en la voluntad de expansión al infinito tal una regresión permanente sin fin último posible, lo cual constituye, Aristóteles lo demostró por otra parte, lo propio de lo absurdo. Asistimos a un sistema en expansión para el cual todo límite moral, antropológico e incluso ontológico debe ser vencido. En apoyo de esta voluntad de dominio, vienen en su ayuda las ideologías esterilizantes de la libertad de indeterminación. La mujer se libera, pero ¿de qué? De un contrato de sumisión familiar y burgués, nadie puede lamentarlo aparte de algunos imbéciles integristas, pero nos parece que la alternativa entre el trabajo penoso en las tareas domésticas y el empleo en funciones de producción industrial es una negación total de la libertad y una buena manipulación de un sistema de esclavitud. Libre, además, para hacer qué, es la segunda pregunta. Bien sea en la mayoría de los casos para sufrir el efecto de la proletarización, bien sea para ocupar los puestos de detentación de la violencia simbólica, lo cual es aun peor que todo. No contestaremos a la pregunta de saber dónde está el lugar de la mujer en este contexto de un occidente decadente, constatamos simplemente dónde la feminidad no puede celebrarse. El último aspecto que evocaremos es el de la mercantilización del mundo, todo individuo está rodeado por esta intimación económica, que a nuestro juicio es una resultante de la dominación tecnológica como principio activo de transformación del mundo. La mujer como tal ha devenido un objeto comercializable en el que el efecto de la perversión juega a partir de un simulacro de seducción, confundiendo esta vez la vulgar provocación con la elegancia del deseo. En la sociedad espectacular comercial, definida así por Guy Debord, la figura de la feminidad ha devenido insignificante, simple signo para vender un producto como las prostitutas hacen el suyo a los transeúntes como clientes potenciales. Nos parece, si añadimos a esto la tentativa de refuerzo de las apariencias por procedimientos artificiales, que un totalitarismo todavía desconocido hasta hoy esté en fase avanzada de instalación, en la medida en que la confusión entre lo virtual y lo real es una de las condiciones fundamental para la instauración de un plan de esclavitud general de la humanidad. Sustraer pues lo humano a la realidad (ya que es ella quien resiste, decía Kant) y proceder a aventuras odiosas de manipulación genética en la que las virtualidades de un catálogo estereotipado reemplazaran a las singularidades nunca idénticas, tal es el movimiento en el que se inscribe a la fuerza a la feminidad a fin de hacerla desaparecer. La feminidad retrocede en su esencia, la tecnificación busca recuperar en su provecho la función reproductora. El progreso de las experiencias de laboratorio vuelve a acusar al propio arquetipo de la maternidad en favor de la productividad. Pero la desnaturalización se efectúa según varios ángulos, uno de los que nos parece predominante es el desequilibrio de las identidades. La mujer adiestrándose en la dominación masculina no solamente coopera en la pérdida de su autenticidad sino que provoca como consecuencia la destrucción de la identidad masculina que no puede desarrollarse correctamente. Constataremos en este proceso, alentado ideológicamente, un movimiento de disolución extremamente ofensivo. La pérdida de las identidades sexuales lleva a la constitución de artificios que sirven de bases a falsos principios. Puede ser que la homosexualidad reconocida oficialmente y aclamada llegue a ser un factor determinante de la desaparición de las comunidades naturales. No creemos en las fábulas de Platón en cuanto a la separación de individuos esféricos, la invariación reproductora está inscrita en el corazón de la naturaleza nuestra madre, por ello nos anima a cultivar nuestras diferencias en el respeto mutuo e ir más allá de nuestras tensiones en esta coincidencia de los opuestos en la que el amor es quizás la cima, la homosexualidad es a propósito de esto la negación que confunde coexistencia y coincidencia.
La feminidad es una de las claves de la interpretación de la historia occidental, esta civilización fue iluminada e iluminadora pero en el momento actual arruina todo en su carrera desenfrenada de dominación. La mujer auténtica se ha retirado quizás, en un cierto momento, de la violencia que sufría pero ha sido para mejor trasladarla luego al prójimo, dominada o dominante ya no es la mujer, sino simple instrumento de un poder carcelario. Lo que es la mujer en resumidas cuentas, el autor de estas líneas no pretenderá dar de ello una explicación, le bastará con pensar simplemente en la maravilla que una mujer es capaz de producir en el corazón de un hombre y lamentar el desencanto causado por la intimación de un sistema que signa el oscurecimiento del mundo. Pero quizás entonces la feminidad llegue a ser esa estrella que brilla en el firmamento e invita a salir del exilio interior.
Traducción: Miguel A. Aguirre.


Judit. Sandro Botticelli.