martes, 9 de agosto de 2016

La Prueba del Laberinto

Pavimento con el laberinto de la catedral gótica de Amiens (Francia).

Los suelos de la catedral de Amiens poseen una geométrica extraordinaria trabajada a base de incrustaciones de piezas marmóreas blancas y negras formando en medio de la nave un laberinto octogonal; todo lo cual data del 1288. Ese laberinto es un camino zigzagueante que en periodos de la Edad Media era recorrido por los peregrinos hasta su centro, espacio conocido como "el cielo". 

Efectivamente, los viajes realizados en los laberintos de los templos, eran recorridos de forma ritual por enfermos y todos aquellos que, por alguna razón, no podían hacer el camino a un lugar santo, es decir a un centro espiritual (tal como el Camino de Santiago) por lo que sustituían dicho viaje por un peregrinaje simbólico, dentro del propio templo o en su claustro. A este viaje simbólico aluden los capiteles de muchos claustros.

Como es sabido el laberinto representa la separación que existe entre el mundo profano y la perspectiva sagrada, dos visiones separadas simbólicamente por la puerta del templo, a un lado de la cual, la parte externa, se halla la zona denominada, "pasos perdidos", que son análogos a los pasos que sin una dirección clara, se recorren en la vida, en la que a veces estamos cerca de la luz y otras en total obscuridad.

Desde el punto de vista de la iniciación, el laberinto siempre tuvo una doble razón de ser, pues por un lado es el que permite el acceso al centro, pero también el que veta la entrada y extravía el camino de aquel que no está cualificado para recorrerlo, o no ha llegado a ese punto de madurez que exige afrontar una vía plagada de pruebas iniciáticas, denominadas también por eso mismo: viajes. 

Recorrerlo desde uno mismo hasta el centro de la lucha interna, núcleo ardiente en las entrañas de la conciencia, y luego salir de él. El Minotauro, un monstruo mitad hombre mitad animal fruto de una atracción contra natura, estaba custodiada en el palacio de Cnosos, en Creta, por un laberinto que apresaba al que a él penetrara. Sólo Teseo que asume el papel de un héroe civilizador, ayudado del hilo de Ariadna pudo recorrerlo y llegar al centro donde se enfrentó y mató a la bestia acabando así con una concepción del mundo y dando paso (de regreso a su casa, Atenas) a un ciclo nuevo,

Los recorridos laberínticos, como el que vemos en esta Catedral, representan el viaje iniciático y por ende todos los viajes hacia tierra santa, es decir al interior de nuestra propia conciencia. En realidad se trata siempre de reconocer que de lo que se trata es de "partir del laberinto y encontrar el camino de vuelta a nuestra mansión de la que no hemos salido nada más que de modo aparente". M.A.D.

Cita del Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Federico González Frías. Entrada: Bosque-Selva.

El Amor en las Ordenes de Caballería

Como vemos esta carta se corresponde con la figura del Enamorado en los distintos Tarocchi, aunque aquí  la lámina muestra a una Dama entre un Rey y un Caballero que es a quien Eros dispara su flecha.

Para los que vivieron dentro de la utopía del Renacimiento inmersos en la simbólica de las Ordenes de Caballería era claro que alcanzar el grado de Caballero requería un proceso en el que, por encima de todo, se valoraba la voluntad que se ponía en lograrse con ese título. 

De ahí que se observara que mientras para llegar a ser Rey sólo se requería estar en la línea de sucesión, alcanzar el grado de Caballero necesitaba de un fuego, un proceso alquímico,  o sea  iniciático que tiene todo que ver con la voluntad y con "el querer", o sea con "el amar".

Y esto nos lleva a recordar una opinión antigua según la cual Hermes tiene su origen en la palabra "querer", o lo que vendría a ser lo mismo, en la voluntad,  de la que Federico González Frías dice en su diccionario: 
La voluntad es una necesidad del ser humano y que gracias a la Providencia labra su destino. 


lunes, 8 de agosto de 2016

Federico González Frías: "Hoy la moda es el revival"

MODA
"El fenómeno de la moda que se impone
de manera general y en distintas partes del
mundo, debe ser estudiado –especialmente
por el historiador– con toda seriedad
pues va más allá de la ropa, el maquillaje,
los tatuajes y los cortes de pelo, con los
que habitualmente se lo suele relacionar.
En efecto, no sólo toca al gusto, que
cambia sin cesar, sino a las ideologías, las
creencias, es decir, la actualidad de nuestro
planeta y sus alternativas, ya que esta forma
cíclica se encuentra vinculada, como se ve,
con la propia vida individual, si observamos
cómo las enfermedades crónicas también
se hallan condicionadas por períodos
que la vida determina, así como la forma
de curarlas y sus medicamentos. Obedece
al cambio como lo único real, y a la necesidad
de fijarlo para hacerlo inmóvil y por
lo tanto creer en él, aferrándose con desesperación
y cargándolo de atributos, sin ni
siquiera comprender que también está sujeto
al devenir, como cualquier otra cosa.

Hoy en día existe una forma de mutación
–sobre todo en la moda femenina y el decorado
que prestan los estilos mobiliarios–
llamada revival, donde se repite entre exclamaciones
lo que se usaba hasta hace pocos
años y habíamos tirado a la basura. Y se usan
las cosas que estuvieron ya de moda; en los
veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, etc., y
me dicen que está de moda lo actual, que es
inexistente, ya que hoy la moda es el revival.
La serpiente se ha mordido la cola. Y
desconcertado me digo: ¿Qué pasará?"

Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos