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jueves, 16 de febrero de 2023

SIMBOLISMO DEL CARNAVAL

Óleo de Johannes Lingelbach, c. 1650/1651.

El Carnaval, tiempo de desorden

Para hablar con propiedad del Carnaval, lo primero que debemos saber es que no podemos pensar en una fiesta concreta que responda a un solo patrón, sino que es necesario que sepamos que dentro de las fiestas carnavalescas se encuentran huellas de distintas celebraciones, religiones y creencias. Manifestaciones todas ellas destinadas a señalar el final y principio del ciclo anual. En nuestro calendario, el periodo concreto para celebrar los festejos carnavaleros va desde Navidad al Miércoles de Ceniza, aunque se concrete o se sintetice en los tres días anteriores, incluyendo el propio miércoles.

En realidad, y siendo mucho más precisos, debemos decir que las fiestas carnavalescas esconden bajo su manto, o bajo sus mascaradas, un sinfín de antiguos cultos y que son algo así como un arca de mitos y leyendas ancestrales que han subsistido en ese espacio del calendario destinado a acoger ciertas fiestas libres de normas. No deja de ser irónico, y si nos fijamos es algo que define muy bien a la sociedad actual, que lo único que perdure de la memoria de antiguas tradiciones sapienciales sean sus parodias. La gente en realidad lo que hace a través del folklore, es sostener unos símbolos que no comprenden, pero que conservan y en alguna medida mantienen despierto el interés por ellos, dando así la oportunidad para que algunos intenten rescatar lo verdaderamente valioso que hay en esas huellas simbólicas. Aunque debemos reconocer que cada vez cobran más valor las palabras de Caro Baroja (quien mejor ha estudiado y recopilado en España sobre las fiestas de Carnaval), al decir que la mayoría de los festejos se quedan siempre en una “simple diversión

El Carnaval representa un periodo que está fuera del orden, una fiesta (o una cualificación del tiempo), creada conscientemente para abolir el orden establecido, y de ese modo liberar lastre, o sea, que se trata de crear las condiciones propicias para poder dejar atrás aquellos condicionamientos que nos hemos fijado en nuestra psiqué y que nada tienen que ver con nuestra verdadera naturaleza. Ese caos al que se vuelve cíclicamente es, desde el punto de vista del viaje iniciático, un paso ineludible en el camino del Conocimiento. En la Cábala, es decir, en el esoterismo judeocristiano, se le llama plano de Yetsirah, en el que se dice que uno debe perderse para encontrarse. Se trata de la necesidad de volver al caos primigenio, o lo que es lo mismo, de la posibilidad de renacer a un nuevo y superior estado de conciencia. Ese punto de vista sobre las cosas es el que hace que una fiesta folklórica y profana se convierta en un símbolo sagrado, y revelador para aquel que logra despertar su significado, aunque éste pueda seguir siendo totalmente desconocido incluso para quien participa de tales festejos.

Por otra parte, eso ha sido siempre así; me refiero a que no todos, en una sociedad tradicional, han tenido totalmente claro qué fuerzas o qué ideas-fuerza se estaban invocando en cada fiesta ritual, y siempre hubieron iniciados que las celebraban de un modo y el resto de la comunidad que hacía de ellas otra lectura y asociaciones particulares, muchas veces reflejadas en el costumbrismo y las leyendas locales. En cualquier caso, lo que conviene saber es que las sociedades tradicionales de todos los tiempos han considerado imprescindible contar con un poder espiritual que mantuviera un eje entre los distintos planos de la realidad, para ayudar a compensar la tendencia del hombre caído a descender a sus estados inferiores. Aquéllos ligados con su parte animal. 

En Occidente, ese poder de invocación de la luz inteligente ha permanecido en manos de distintas organizaciones iniciáticas, cuya testificación está en una larga cadena de nombres, entre los que se encuentran filósofos, hombres de ciencia, astrónomos, artistas, así como también algunos hombres de Iglesia, como el cardenal Nicolás de Cusa, impulsor, junto a Marsilio Ficino y otros afines, de ese gran movimiento cultural que se dio en la época del Renacimiento, llamado así precisamente por ese renacer.

El Carnaval representa un tiempo destinado a los ritos de purificación, y por lo tanto un espacio donde lo grotesco y la fealdad son exaltados. Esa es la razón de que sea tan característico de los carnavales resaltar todo aquello que exprese inversión de roles, cambio de papeles, de sexo, de identidad. Desde el punto de vista simbólico, se trata de un espacio creado para que lo invertido y oscuro que llevamos dentro salga a la luz, se exprese y concluya así su ciclo. De ese modo, tras su muerte, se consigue que estas influencias dejen de constituir un impedimento a la posibilidad de alcanzar un nuevo renacer. Dicho de otro modo, un tiempo destinado a que las bajas pasiones y las tendencias inferiores se manifiesten y puedan así vivir su existencia y agotarse antes de que inicie el ciclo nuevo, siendo eso precisamente lo que da sentido a tales festejos.

“Se trata -dice Guénon- de ‘canalizar’ de alguna forma esas tendencias y hacerlas lo más inofensivas posibles dándoles ocasión de manifestarse, pero solo durante periodos muy breves y en circunstancias bien determinadas, y asignando además a esa manifestación límites estrictos que no se le permite sobrepasar. Si no fuera así, esas mismas tendencias, faltas del mínimo de satisfacción exigido por el estado actual de la humanidad, arriesgarían producir una explosión, si así puede decirse, y extender sus efectos a la existencia entera, tanto colectiva como individual, causando un desorden muchísimo más grave que el que se produce únicamente durante algunos días expresamente reservados a ese fin, y además tanto menos temible cuanto que se encuentra por eso mismo como ‘regularizado’, pues, por una parte, esos días están como puestos fuera del curso normal de las cosas, de modo que no ejerza sobre este ningún influjo apreciable, y empero, por otra parte, el hecho de que no haya nada de imprevisto ‘normaliza’ en cierto modo el desorden mismo y lo integra en el orden total”.

Sin embargo, en este sentido, podemos añadir con este autor que dado que vivimos ya en un eterno Carnaval, estas fiestas han perdido su razón de ser, y como decíamos no van más allá de un simple divertimento. Mª Ángeles Díaz


Este texto es un fragmento de nuestra conferencia pronunciada en el Centro de Estudios de Símbología de Barcelona, entidad fundada por Federico González, y posteriormente publicada en la revista Symbolos por el propio Federico. En la actualidad se encuentra en la página Dos de Enero (Temas de Symbolos) y en formato vídeo en la cadena La Memoria de Calíope, de la Biblioteca Hermetica.com 

Danza en la antigua Roma, mosaico

Otros enlaces:

https://www.docsity.com/es/carnaval-de-maria-angeles-diaz/3652274/

https://dmiventana.blogspot.com/2008/02/el-simbolismo-del-carnaval.html

https://www.oocities.org/es/atrivm2001/5colaboraciones/diaz_folklore.html


miércoles, 1 de septiembre de 2021

LAS LOBAS. SACERDOTISAS DEL LUPANAR (Texto y Vídeo)


Las Lupercas eran sacerdotisas que aparecen directamente relacionadas con las vestales, las vírgenes que en Roma cuidaban del fuego, y con el mito romano según el cual Rómulo y Remo fueron amamantados por una Loba.  Se conoce por las investigaciones arqueológicas y epigráficas que Laurencia, Acca Fáustula, Acca Larentia, Larentina, fue un personaje que  vivió en Roma en tiempos de Anco Marcio, de la que se dice era una loba. Se referían con este nombre a las sacerdotisas, a las que también se les daba el título de Lupa, Luperca, Luperci, o sea Lobas, ministras del culto, las que ejercían sus funciones en una gruta-santuario llamado Lupercal, o Lupanar. No se trataba sólo de un templo, sino que también era un centro político y religioso, y una gruta abierta en las laderas del Palatino de Roma.

Los ritos que llevaban a cabo las sacerdotisas, consideradas por otros como hechiceras o brujas, que se metamorfoseaban en lobas, es decir, se enmascaraban e imitaban la apariencia de tales animales para revestirse de su poder e influir sobre la Naturaleza. Estas buscaban, para realizar sus ritos mágicos, los solsticios y fenómenos que coincidían con ciertas posiciones y movimientos astrales, imitando, incluso en las formas de sus propios gestos rituales, a las constelaciones durante sus ceremonias mistéricas y de Iniciación. Leer completo: https://www.2enero.com/textos/simbolismocarnaval1.html

Yo durante la conferencia "El Simbolismo del Carnaval" 
en el Centro de Estudios de Simbología de Barcelona.
Entidad Fundada por Federico González en 1979.
Fotogramas del Vídeo










Ver Vídeo. Grabado en el Centro de Estudios de Símbología, fundado por Federico González, y del que formamos parte desde su fundación.

martes, 5 de noviembre de 2019

ENTRADA AL LUPANAR O CUEVA DE LAS LOBAS



Las Lobas o Lupercas eran sacerdotisas que aparecen directamente relacionadas con la enseñanza y con el mito romano según el cual Rómulo y Remo fueron amamantados por una loba. Estas ministras del culto, conocidas también como Lupas, ejercían sus funciones en una gruta-santuario llamado Lupercal o Lupanar, una gruta abierta en las laderas del Palatino de Roma que aún puede verse con sus misteriosos dibujos.

Los datos acerca de esta tradición femenina han dado a conocer que las Lobas o Lupercas, realizaban ritos mágicos y aquelarres para fertilizar la tierra y atraer las energías celestes al ámbito del hombre, con el fin de fecundar y vigorizar dicho espacio. Estas cofradías de mujeres mantenían en el lupanar un centro cultural y político donde ejercían de maestras y nodrizas de niños ajenos, amas de cría que nutrían e instruían a los niños y jóvenes, enseñándoles la escritura, la música, el relato de los mitos, la magia natural y formas de la magia egipcia, la confección de talismanes y otras tantas técnicas artesanales.

De esta tradición iniciática femenina procede el epíteto “Alimentadora” que se daba también a las sacerdotisas de Deméter, en Eleusis, llamadas maestras nodrizas, o abejas, o sea las que nutren, maestras alimentadoras del espíritu y la inteligencia.

La razón de que estas mujeres se identificaran con el lobo está en el simbolismo de este animal asociado al mismo tiempo con la luz y la oscuridad. Representa pues la unión de los contrarios, por un lado, feroz y maléfico y por otro un animal luminoso capaz de ver y ser luz en la noche. De ahí que en algunas mitologías, por ejemplo, la escandinava, el lobo sea un símbolo de reintegración cíclica. 

Algunos textos comentan que la boca del lobo se traga el sol en cada final de ciclo, y que lo vuelve a desembuchar cuando inicia el ciclo siguiente. En ese sentido simboliza la muerte cósmica, y por eso se le tiene como dios de los infiernos o como el propio Diablo, a veces también identificado con el perro, guardián del umbral entre la vida y la muerte.



Una investigación arqueológica ha reunido los nombres de sesenta y cinco de estos Lupercales, escuelas-templos o santuarios-bibliotecas, ya que fue en ellos donde se acumularon las tablillas con escritos, pergaminos o libros que contenían todo el Saber acumulado.

Algunos de los nombres de estos Santuarios son: Afrodisión y Argirión por Afrodita; Argé, Artemisión por Artemisa; Ateneo por Atenea; Eleusinión por Deméter (Eleusis); Heraión por Hera; Iseion por Isis; Letoón por Leto; Lupanar y Lupercal de Acca Lupa o Acca Luperca; Minervión por Minerva; Miseón por Cibeles; Murcia por Venus; Museión de Musa, Tesmoforión por Deméter Tesmófora. Mª Ángeles Díaz

Añado el vídeo con la conferencia completa "Simbolismo del Carnaval", que fue la que presenté yo dentro de un ciclo dedicado al Folklore, en el Centro de Estudios de Simbología de Barcelona fundado por Federico González y clausurado poco después de su fallecimiento en 2014.

lunes, 25 de febrero de 2008

Combate entre Carnaval y Cuaresma

Tal y como quedó anunciado en un post anterior, anoto aquí un fragmento de la segunda conferencia sobre el Simbolismo del Carnaval, ambas pronunciadas el 29 de Enero pasado en el Centro de Estudios de Simbología de Barcelona, en este caso de Ana Contreras.


Combate entre el Carnaval y la Cuaresma, obra de Pieter Brueghel (1525-1569)

En este estudio queremos ir más allá de la lectura literal o alegórica, y comprender los principios metafísicos que se plasman pictóricamente en este cuadro de Brueghel el Viejo que, con un lenguaje simple y didáctico al alcance del profano, pero sobre todo, como verdadero artista, integrando las actividades humanas dentro de un enfoque cósmico de la Naturaleza, pretende despertar nuestra conciencia, rescatando una perspectiva simbólica y por tanto universal.

Durante el estudio de este cuadro, veremos que análisis y síntesis se van urdiendo conjuntamente en un tejido que acaba floreciendo como un mandala, a través del cual se expresa la doctrina propia de Occidente, la Tradición Hermética, de la que bebió Bruegel y que queda aquí reflejada en su originalidad, y veremos como la forma personal en la que el pintor se ha expresado se va diluyendo para dejar aparecer lo aparentemente invisible, pero que es y debe ser siempre el principio de lo creado.

Este cuadro de Pieter Bruegel el Viejo, pintor flamenco nacido en Breda, Países Bajos, entre 1525 y 1530, se titula " La riña entre el Carnaval y la Cuaresma", o también "Combate entre el Carnaval y la Cuaresma", y fue pintado en 1559. Se conserva en el Museo de Historia del Arte de Viena.

La comprensión del cuadro está relacionada con su composición, cuya superposición de estructuras complementarias entre sí relatan toda una cosmogonía. Sus partes reflejan el todo y constituyen pequeños mundos interdependientes en los que se desarrollan escenas llenas de significado que el pintor ha escogido para transmitir un mensaje que va mucho más allá de las múltiples interpretaciones que se le han atribuido, como por ejemplo la de una recreación del calendario religioso, haciendo corresponder a los concurrentes al Carnaval con los Protestantes y a los de la Cuaresma con los Católicos.


El autor propone claramente el viaje iniciático ayudándose de tres símbolos claros. En primer lugar el bufón, que como ser camaleónico por excelencia, adopta en este caso un papel axial y muy mercurial, de guía o psicopompos, encarnando el hilo de Ariadna, la Tradición. A continuación la pareja, que ya no da vueltas como el resto de los participantes, sino que se encuentra atravesando el cuadro por el eje, simbolizando así la Iniciación, y por último el pozo, que en este caso nos sugiere el acrónimo V.I.T.R.I.O.L., "Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta".


Y antes de volver a la forma cuadrada del pozo en la que reconocemos claramente el cuaternario y con él el número cuatro, vamos a ver que se hace alusión por lo menos a los cinco primeros números.

Obviamente, el uno viene representado por el centro del cuadro, el pozo, punto alrededor del cual todo gira, pero también por el propio cuadro en su totalidad, como cosmos en sí, ya que el uno es lo más pequeño y a la vez lo más grande, es decir que la unidad, al mismo tiempo que es contenida en todo, lo contiene todo.

El dos aparece expresado por las dos polaridades, orden-desorden, Bien-Mal, figuradas por el Carnaval y la Cuaresma, aunque de hecho, el pintor expresa continuamente la dualidad en multitud de escenas dentro de cada uno de ellos, con lo que cada escena se desdoblaría a su vez en dos, con lo que también se refiere a que todo lo creado tiene una cara luminosa y una cara oscura.
En la instantánea se ve a Ana Contreras en un momento de su exposición, explicando el sentido simbólico del cuadro de Bruegel a la luz del Arbol de la Vida de la Cábala.

En cuanto al tres, vemos un triángulo formado por la polea del pozo como vértice superior, la Cuaresma como vértice inferior derecho y el Carnaval como vértice inferior izquierdo. Bruegel aprovecha la ocasión para hacer una alusión al simbolismo alquímico: la base de color negro sobre la que se desplaza el Carnaval alude al Mercurio, mientras la base de color rojo de la Cuaresma representaría el Azufre. Curiosamente se invierten las correspondencias de uno y otro en un diseño arlequinado (sobre lo cual volveremos más adelante). Así el triángulo formado representaría los tres principios de la Alquimia: el Azufre, el Mercurio y la Sal, y que coincide con las tres columnas del Árbol de la Vida Cabalístico, a saber, el Azufre con la columna de la Gracia o Misericordia, que representaría el Carnaval, la Caída, el desorden o el Mal; el Mercurio con la columna del Rigor o la Forma, que representaría la Cuaresma y por tanto el retorno del Alma a su origen, la vuelta al orden; quedando la Sal simbolizada por la columna del Equilibrio, símbolo del Eje, representada por el pozo y su polea. (Leer el artículo completo)

viernes, 1 de febrero de 2008

EL SIMBOLISMO DEL CARNAVAL

Conferencia pronunciada el 29-Enero-2008 en el




Mª Angeles Díaz y
Ana Contreras

En la foto la cueva de las Lupercas , descubierta hace menos de un año en la ladera del monte Palatino, a unos 16 metros de profundidad, en el palacio del emperador Augusto. Estaba cubierta de conchas.

Con el título de referencia Mª Angeles Díaz y Ana Contreras, ambas colaboradoras de la revista Symbolos, y miembros del Centro de Estudios de Simbología, de Barcelona, realizaron el pasado martes, en la sede de dicho centro, fundado en 1979 en Barcelona por Federico González, dos conferencias donde se trató en profundidad del simbolismo del Carnaval, de su origen y de su significado.

En la imagen dos momentos de las conferencias donde se ve a Mª Angeles Díaz (izquierda) y Ana Contreras.
Ambas charlas se refirieron a los mitos, al arte y a la literatura tradicional. La primera de las exposiciones, a cargo de M.A. Díaz, se refirió al Carnaval como una fiesta tradicional, que desde siempre ha estado cercana al fin del ciclo anual y por tanto una fiesta asociada a los ritos de purificación. Un periodo que todos los pueblos han tenido señalado en su calendario, como un tiempo destinado a vivir conscientemente el desorden, la vuelta al caos, con el fin de agotar las energías inferiores y que éstas no representen un lastre en el ciclo siguiente. En todo ello siguiendo a René Guénon y Federico González, a quienes citaron ambas conferenciantes Seguidamente A. Contreras, realizó una lectura simbólica de la obra pictórica de Peter Bruegel, un pintor vinculado al pensamiento hermético, titulada Combate entre el Carnaval y la Cuaresma. El fragmento que sigue corresponde a la primera conferencia. En un proximo post añadiré otra muestra de lo que fue la otra exposición.

Sobre el Simbolismo del Carnaval:

"En realidad, y siendo mucho más precisos, debemos decir que las fiestas carnavalescas esconden bajo su manto, o bajo sus mascaradas, un sinfín de antiguos cultos y que son algo así como un arca de mitos y leyendas ancestrales que han subsistido en ese espacio del calendario destinado a acoger ciertas fiestas libres de normas".
“No deja de ser irónico, y es algo que define muy bien a la sociedad actual, el hecho de que lo único que quede de la memoria de antiguas tradiciones sapienciales sean sus parodias. La gente en realidad lo que hace mediante el folklore, es sostener unos símbolos que no comprenden, pero que conservan y en alguna medida mantienen despierto el interés por ellos, dando así la oportunidad para que algunos intenten rescatar lo verdaderamente valioso que hay en ellos”Junto a las Saturnales, los ritos de las Lupercas sobreviven en el Carnaval. Pero ¿quienes son las Lupercas?
“Los datos acerca de estas mujeres y sus santuarios han demostrado que las Lupercas, no sólo realizaban ritos mágicos y aquelarres para fertilizar la tierra y atraer las energías celestes al ámbito del hombre, con el fin de fecundarlo y vigorizarlo. Estas mujeres, además, tenían entre sus múltiples funciones ejercer de maestras, nodrizas de niños ajenos, amas de cría, es decir que criaban e instruían, o sea, nutrían en el Lupanar.
En la novela “La Dama de Urtubi”, de Pio Baroja, se pone, en boca de uno de los personajes la siguiente frase: “Perdonad que un poeta del Bearn intervenga en vuestras lupercales y penetre en este antro recóndito y sagrado para dirigiros un saludo”

Estas cofradías de mujeres ya desde época remota, desde sus Templos daban culto a sus deidades y transmitían el Conocimiento a través de enseñar la escritura, la música, el relato de los mitos antiguos, la magia semítica, formas de la magia egipcia, así como la confección de talismanes y las diferentes técnicas artesanales. Santuarios-bibliotecas donde se acumulaban las tablillas con escritos, pergaminos o libros que contenían todo el Saber acumulado.
Precisamente la palabra alumna, dijo la conferenciante, procede de alimentadora, y es el epíteto que se daba a las sacerdotisas de Deméter, en Eleusis, llamadas maestras nodrizas, o las abejas, o sea las que nutren, maestras alimentadoras del espíritu y la inteligencia"
.

"Cicerón habla de las Luperci y también Plutarco quien relaciona estas celebraciones con el Lobo, y Ovidio, quien destaca su carácter purificatorio y su relación con el culto de Pan.
Una deidad seguida por los pastores, pero imbricada en el culto a Dionisio, y que siguieron conservando un ritual donde se practicaban como ceremonia un rito relacionado con el Lobo, al que invocaban para que fuera éste quien protegiera al ganado de las demás fieras.

Este es el origen de la fiesta vasca llamada Otsoa Bilk, otso: que se traduce por Lobo y Bilk, recoger. De este modo quedan invertidos los papeles, pedir para el lobo con tal de saciarlo. Lo que traducido al lenguaje iniciático, significa alimentar todas los bajos instintos de modo que estos queden excluidos por agotamiento. Por otro lado Otsa-illa es febrero y significa mes de los lobos siendo además en esta época cuando estos animales entran en celo.

En cuanto a la razón por la que estas mujeres se identificaran con el lobo se debe a que éstas tenían muy presente que éste animal es un símbolo de la luz, y al mismo tiempo de la oscuridad. Representa pues la Unión de los contrarios, ampliamente expresada en los trajes de los arlequines que aparecen en la escenografía de los diferentes Carnavales.
El lobo es feroz y maléfico y al mismo tiempo un animal luminoso capaz de ver en la noche.

La boca del lobo, en muchas mitologías, por ejemplo la escandinava, es un símbolo de reintegración cíclica. Algunos textos hablan de que la boca del lobo se traga el sol en cada final de ciclo, y lo vuelve a desembuchar cuando inicia el ciclo. En ese sentido simboliza la muerte cósmica y por eso se le tiene como dios de los infiernos, o el propio diablo, a veces también identificado con el perro, guardián del umbral, entre la vida y la muerte".
"De hecho la palabra Luperca es un compuesto entre lupus lobo e hircus macho cabrío.
Por eso el nombre popular por el que eran conocidos los Lupercos era: capri, relativo a la cabra
."
(Leer el altículo completo) Publica: Núria (Mª Ángeles Díaz)
Publicación de Federico González en la revista SYMBOLOS (retirado tras su fallecimiento por los nuevos dueños de la revista junto a un centenar de artículos más) https://www.docsity.com/es/carnaval-de-maria-angeles-diaz/3652274/