Mostrando las entradas con la etiqueta Simbolismo y Arte. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Simbolismo y Arte. Mostrar todas las entradas

sábado, 8 de abril de 2017

Simbolismo y Arte en la "Divina Comedia"

Salvador Dalí. Ilustración de la Divina Comedia

Antes de emprender el ascenso en su viaje iniciático por los siete Cielos dispuesto a alcanzar, de la mano de Beatriz, la sede de Dios en el Empíreo, Dante invoca a Apolo en los siguientes términos:

"En mi último trabajo yo te pido / de tu valor, oh Apolo, ser tal vaso / que me halles digno del laurel querido. / Bastó hasta aquí una cumbre del Parnaso, / mas ambas necesito cuando intento / a la última palestra abrirme paso. / Penetra en mi corazón, espira en él tu acento / como cuando arrancaste la piel de Marsias / de su vaina y aposento". 
(Divina Comedia. Canto I del Paraíso) 

*


martes, 29 de abril de 2008

Elias Artista, el Alquimista

Elias Artista.William Blake
La naturaleza no da nada perfecto, es el hombre quien tiene que consumarlo. Esta consumación se llama alquimia o arte de perfeccionar la naturaleza imperfecta. Sin embargo esta naturaleza es tan sutil y rigurosa en su modo de operar que no quiere ser manipulada si no es con las artes más excelsas.

William Blake crea para expresar esta idea el personaje de “Los”, que es el Archeus, el alquimista interior o maestro de todas las artes, el que transforma en materia los arquetipos espirituales.

En ese nombre de Los se ha visto el anagrama de Sol y de Sal, pues Los es asimilado al profético “Elias Artista”, que según Paracelso se aparecerá al despuntar la edad de oro para revelar los últimos secretos de la alquimia.

Johann Gauber estaba convencido de que, permutando las letras de Elias Artista, se desvelaba la verdadera identidad, que no era otra que la prodigiosa "salia artis", la sal del arte.
El Archeus es también denominado Vulcano interior, y desde el punto de vista de los hermetistas, es la sal ignea secreta.


De la sal y sus virtudes hablan todos los alquimistas, y por supuesto también nuestro Paracelso, quien tenía de la naturaleza un conocimiento tan amplio y cabal que asombraba a todos, incluso a sus detractores, que no podían soportar que tuviera un conocimiento tan amplio sobre cosas tan sencillas. Y además que éstas obtuvieran resultados tan sorprendentes en las curaciones de todo tipo de dolencias.

"La sal está en el fuego y de ella nacen los colores del arco iris... “así como veis crepitar el fuego en los diferentes colores cuando se echa sal... así descompone el arco iris sus colores... recibidos de la fuerza del espíritu de la sal, que está en el elemento fuego."

“La sal es esencial en la alimentación del hombre y sus virtudes son muy grandes, conserva todas las cosas, vivas y muertas. Pero además es buena para curar las heridas y llagas... La sal demuestra también toda su eficacia en las enfermedades de la piel como la psoriasis, la sarna, pruritos y otras; las deseca y crea una piel limpia e intacta."

"El hombre se compone de sal, azufre y mercurio, la sal es el cuerpo y el mercurio el espíritu, pero el mediador entre espíritu y cuerpo es el alma y también el azufre." (Paracelso. De natura rerum).

Jacob Boehme da al simbolismo del fuego secreto el nombre de "schrack", que define el rayo, la chispa inicial y que

"tiene origen en el salitre celeste. Este salitre secreto es por dentro la semilla de toda divinidad y por fuera la raíz de toda energía material."

Por eso dicen los alquimistas, y el propio Paracelso, que:

"la vida es un proceso de combustión. Si digo que no puedo arder es como si digo que no puedo vivir."

Paracelso afirma que la salamandra vive en el fuego, pero no en el sombrío fuego
material, sino en el fuego esencial, espiritual de la naturaleza. (La salamandra de la imagen es un emblema del rey Francisco I de Francia que, a juzgar por el empleo de este símbolo, debió ser un personaje interesante).
Núria (Mª Ángeles Díaz)
Ir al inicio de:  Desde mi Ventana

jueves, 20 de marzo de 2008

Buenos días, Primavera



“La Primavera”, de Sandro Botticelli.

Asistimos estos días al nacimiento de la Primavera, plenitud y exhuberancia de las fuerzas naturales y derroche de luz y color. Todos podríamos estar de acuerdo en definir este espectáculo como un diseño que sólo ha podido imaginar una mente prodigiosa y divina.

En la antigua Grecia, tras el equinoccio de primavera, se celebraban las fiestas en honor a Dionisos, durante las cuales los iniciados entraban en contacto con el espíritu del dios, entregándose al exceso que provoca su embriaguez poderosa, participando de ese modo de las propias potencias del Cosmos.

En oposición con la oscuridad y la escasez, representada por la penuria cuaresmal, la Primavera se vive como un renacimiento, lo que en cualquier simbolismo de iniciación se asemeja al paso de “las tinieblas a la luz”. Esto es, los misterios de la vida, la muerte y la resurrección.
Así lo atestigua la etimología de Pascua, palabra que en hebreo significa "pasaje" o "tránsito", lo que lleva implícito la idea de pasar o ir de un lugar a otro, que es el sentido que también tiene la palabra iniciación (in ire, "ir hacia"), concebida como paso o peregrinaje de "las tinieblas a la luz", o de la ignorancia de los principios y sus leyes universales.
Podría decirse que el Conocimiento es la aceptación de dicho orden. Algo que nada tiene que ver con resignarse a admitir que se forma parte de un plan ya establecido, sino que conocer o comprender el Orden (o el Cosmos, ya que son palabras sinónimas), es participar de la Obra, dejándose fecundar por las energías que generosamente descienden y se derraman sobre la manifestación, engalanada en tiempos de Primavera con los atributos de la Belleza.

.·.

El cuadro que aparece en la cabecera del post es conocido de todos: se trata de "La Primavera", y su autor es Sandro Botticelli, un pintor hermético de la escuela de Marsilio Ficino.

En esta pintura simbólica se ve a la Primavera recibiendo el soplo de Zéfiro, para renacer revestida de Flora. Del mismo modo que el alma del iniciado, aparece cubierta de una nueva piel. Se trata del soplo del espíritu creador, del que se dice que "sopla donde quiere y cuando quiere".





La Belleza, preside el centro del cuadro, del mismo modo que lo hace en la Creación Universal. Así lo recuerdan las enseñanzas de la Cábala al situar a la sefiroth Tifereth, la Belleza, en el centro del Arbol de la Vida. Es decir, en el centro del Cosmos.


Mientras, Hermes, al lado izquierdo del espectador, recuerda, con su caduceo elevado al cielo, esa máxima de su ciencia, esto es, que "lo de arriba es como lo de abajo, y lo de abajo como lo de arriba, y que ambos conforman la Unidad". Hermes simboliza y sintetiza con su gesto, dentro de la escena ritual del cuadro, la doble naturaleza humana, que une en sí misma la Tierra y el Cielo.

Cupido, ebrio de amor por las almas, se fija en las tres Gracias, cuyo discurso, según el simbolismo tradicional expresado en este caso a través de las enseñanzas de Séneca recogidas y actualizadas por Federico González y su obra, nos muestra el "triple ritmo de la generosidad" que consiste en dar, recibir y devolver.
En Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, leemos: "como gratias agere, significa dar las gracias, agradecer; las tres fases de la operación deben estar encerradas en una danza, como lo están las Gracias; el orden de los beneficios requiere que sean dados en mano pero que regresen al donante".
Con este símbolo se expresa la idea de la emanación celeste descendiendo a la tierra, la cual, si cae en tierra cultivada, vivifica a los seres por medio de la inspiración, y éstos, a su vez, crean un discurso, o una obra, pictórica como es el caso, con la que se elevan hacia su lugar de origen. M.A.D.

Núria, de Desde mi Ventana

.·.

lunes, 31 de diciembre de 2007

Mitología hindú


Según la mitologia hinduista cada forma de vida es una máscara de Dios y es así que la vida existe porque siempre se ofrenda a sí misma, ya que el alimento que es comido es Dios disfrazado dándose como comida a sí mismo. De aquí la fórmula, Annam Brahman, la comida es Dios.

Todo ello se relaciona con la frase de Cristo: Tomad y comed todos de él, porque este es mi cuerpo.

El grabado de la imagen es un bellísimo emblema simbólico de los altos grados masónicos, en él unos polluelos comen del cuerpo en carne viva de su progenitor, es decir se alimentan de la propia Masonería.

Todos esos símbolos son formas diferentes de referirse a una misma idea y por tanto revelan la unidad de los símbolos universales, es decir de la Tradición Primordial.

Que la diosa Fortuna nos acompañe a todos durante el 2008.

Núria